El fin de la mentira brasileña

Hace por lo menos 10 años que los equipos de fútbol brasileños son un asco. Ya no existe el jogo bonito. Es una mentira. Brasil tiene algunos buenos jugadores, en general bastante cagones, y no tiene buenos equipos. Te tiran una rabona y una bicicleta, pero si van ganando 3 a 0 y no saben jugar a los toques. Tienen mucho culo, y hace bastante que vemos equipos brasileños bastante amargos, que la revientan, que se cuelgan del travesaño y en general, siempre pegan más patadas que su rival.

Terminan ganando, es cierto. Pero ya no siempre. Ganan mundiales, pero nada más. Y Boca los tiene de hijos, solo con la camiseta. Eso quizás se deba a que Boca tiene entre sus jugadores al hombre con más culo del mundo: Martín Palermo. Fuera de esto, uno siempre respetó al fútbol brasileño porque siempre ganan y bla bla. Pero ya ni siquiera. Amargaron en el mundial como Argentina, pero sin jugar bien. Y ahora no ganan ni de local, ni a nivel de selecciones ni de equipos.

La gente alienta y ellos van al ataque cuando ya tienen el partido asegurado. Si no, son bastante especuladores y defensivos. Es hora de que alguien lo diga.

El ejemplo más reciente es la final de la Copa Libertadores entre Liga de Quito y el Fluminense, que es como el Independiente de Brasil, amargo, pero sin tanta historia. En otro momento, hubieran ganado esta final aunque no lo merecieran, pero ahora se revierte la suerte, y es cuando los brasileños van a tener que darse cuenta de que la necesitan para ganar, porque juegan como el orto. Y perdieron de manera inimaginable, en el Maracaná, y por penales. Y justo como lo soñamos, con las erradas de tres de sus referentes: Darío Gonca, Thiago pecho de Nieves y Pomada Wassington.

Uno por fin siente que se empieza a hacer justicia. Es hora de demostrar que la mentira del fútbol vistoso brasileño ha llegado a su fin, y que depende de dos o tres jugadores que juegan para ellos, pero en juego de equipo no existen.

¡Basta de impunidad!